Yo compré un calentador robot



En la tienda te vi colgado, junto a otros de tu especie. Los había de todos los tamaños pero sólo de dos formas: redondos o rectangulares. Por espacio, buscaba la forma del paralelogramo así que me fijé en tu hermano pequeño, un calentador de treinta litros suficiente para la vida de bohemia. Pero la pantalla apagada de tu frontal me hizo fijarme en ti, arrebatado por la novedad de la moda juvenil.

-¿Y eso qué es?
-Un panel de control. Puedes programarlo para gastar menos, diariamente o a la semana.
-Joder, qué guay. ME LO LLEVO.

Así, pensat i fet.

-Lo que pasa...es que es el último...si lo quieres, te tienes que llevar este, el de exposición. Sin embalaje.

Me acordé de la tradición fenicia de las mujeres de mi familia.

-Pero si es de exposición, me hacéis rebaja...¿no?
-No lo sé...espera que llame al almacén.

Pasaron unos segundos y mientras te contemplaba, apreté el botón de "ON" de tu pantalla pero al no tener luz, estabas dormido y seguiste igual. Dormido.

-Te rebajamos cuarenta euros.
-Vale, ¿me lo podéis llevar a casa?
-Eso son quince euros más.
-Joder...

Esta tarde han desmontado tu antecesor, uno de tu misma familia -los Cointra sois vascos, creo- pero él era de gas y tú eres eléctrico. Nada más colgarte, el fontanero ha apretado el botón de "On" y has empezado a llorar, haciendo parpadear todas tus luces de colores. Era la señal para darte los datos de navegación, tú eras el Entreprise y yo el capitán Kirk borracho. Con dificultad y asesorado por los conocimientos termales del fontanero he seleccionado la temperatura a la que quería el agua, la hora actual y el día de la semana en el que estamos. Y has dejado de llorar.

Luego he tenido la opción de empezar a configurarte día a día, los grados exactos para cada momento, las subidas y bajadas de temperatura, podía programarte para que te apagaras mientras yo estoy en el curro (o de farra), pero descubrir el botón de "función automática" ha abortado cualquier intento de sobeteo, de relación. Automatic for the people, como los rem.

Creo que tú y yo jamás llegaremos a entendernos. Y me alegro. Serás el Rolls Royce de los termos eléctricos de cincuenta litros pero nunca te daré conversación.
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