Furia de titánide

Cuenta Chuck Klosterman en "Pégate un tiro para sobrevivir" que la primera vez que escuchó "Crazy in Love" de Beyoncé tuvo la sensación de que aquella canción era lo único que le importaba en ese momento en el mundo. Y aunque sabía que probablemente no era siquiera una buena canción y que acabaría cansándose de ella, lo único en lo que podía pensar era en volver a escucharla una y otra vez. Yo lo afirmo, más si se acompaña de imágenes tan saludables como estas.



Todas sobre el escenario son hembras. En estos momentos no puedo imaginarme nada mejor.

Arte quinqui: Hoy "Alita de Mosca"

The Vines en Letterman

Falso exhibicionismo del rock, algo de tontería, mucho del cadáver de Kurt Cobain y cafretismo ensayado. Pero a mí me han caído bien. Sobre todo por la voltereta final que se pega el pavo en el sofá de los invitados. Y es que yo soy mucho de volteretas.

Una noche en Ilakaka



Las piernas de Bika, la hermana pequeña y malgache de Tia Carrere, eran perfectas, dóciles y jóvenes; me encantaba su color, ese tono hindú oscuro que la hacía más novedad. Y olía bien, a jabón barato mezclado con sudor limpio. Estábamos los dos sentados, uno encima del otro con el paisaje de fondo mientras nos reíamos mirándonos a los ojos, sin saber qué decir pero felices por estar allí, solos y sin entendernos.

La besé en los labios, ella abrió los suyos y noté su saliva fresca; recordé como había leído en alguna parte que aquello era síntoma de que estaba especialmente predispuesta. Y notarlo me gustó más que saberlo. Sin dejar de besarla, le levanté la camiseta y toqué sus caderas con la punta de mis dedos; ella soltó un tímido suspiro mientras mis manos subían serpenteando hacía arriba.

-Cesarín…

Con los ojos cerrados, maldije de pensamiento a mi hombre en Madagascar; al abrirlos vi como allí estaba él, a unos pocos metros de nosotros plantado como un baobab más del paisaje.

-Nos tenemos que ir yendo. Ilakaka está todavía lejos y queda mucho rato de carretera. Siento cortarte el rollo pero… hay que pirarse.
-No me jodas, Joselín. Ahora no.

Él me miró innegociable. No había opción. Teníamos que irnos. Ya.

Bika me miraba sin entender. Yo resoplé por no empezar a despotricar y me reincorporé cogiéndola de la mano; ella pidió explicaciones y al tenerlas en su idioma, una mezcla de tristeza y frustración se coló entre sus ojos, una mirada que yo lucía desde que había escuchado la voz de Joselín.

Caminamos hasta el jeep sin soltarnos de la mano, en un silencio pesado; parecía que nos iban a dar garrote al llegar al coche. Ajeno a nosotros dos, Joselín iba delante abriéndose paso entre los chavales de la Escuela de los Zafiros mientras les grababa con la cámara, pero yo no le prestaba atención. A esas alturas el programa me la soplaba; con todo lo que habíamos grabado hasta entonces tenía material de sobra, incluso para tres temporadas. Sólo me centraba en las piernas de Bika, en sus pies sobre esas chanclas de caña, me imaginaba su espalda desnuda, veía su cuello y sus labios frescos y jóvenes que se iban a quedar allí para siempre, enmarcados en un recuerdo mal rematado. Ella era perfecta, la tenía de la mano y se me estaba escapando.

Joselín se metió en el jeep y me habló mientras arrancaba el motor.

-Venga despídete que a lo mejor en Ilakaka te cortan el cuello. Así que aprovecha.

Miré a Bika por última vez. Ella me abrazó con ansias; noté como estaba temblando. La rodeé como pude, ella me dio un tímido beso en la mejilla y salió de allí corriendo, ocultando unas lágrimas que a mí comenzaban a invadirme. Me quedé plantado mirando como su cuerpo y ella se alejaban de mí para siempre.

Resoplé con fuerza intentando tranquilizarme. Pero aquello no funcionó. Me giré y vi a Joselín; seguía en el interior del coche, agarrado al volante y esperando a que yo subiera.

-Me cago en la puta, ¿pero tú sabes la cortada de rollo que me acabas de meter?
-No me he dado cuenta que teníamos que salir tan pronto, Cesarín... No te enfades, hombre. Si no pasa nada, si hay mucha tía guapa en este país...
-Los cojones, ¿me oyes?: los cojones.

Me subí en el jeep y cerré de un portazo.

-No le des tan fuerte, a ver si me lo desmontas…

Yo no dije nada. Mi hombre en Madagascar arrancó y durante los primeros sesenta kilómetros estuvimos en silencio mientras Bika se quedaba atrás por siempre jamás e Ilakaka, cada vez, estaba más cerca.

Gente de bien

Es perfecta

Alabado sea este señor

Telephone rock

Maravilloso. Sólo falta López Vázquez dentro.

La llimonà no és de vaes


El sollanero solitario en trámites de "ficar-la en calent".

"Si cregueu que sóc un xenòfobo i un raciste, és que teniu raó. Ho sóc però de tots els païssos i totes les ètnies. Me cague en els suecos, en els danesos, en els xinos, en els alemans, els negrates i els espanyols. Els espanyols són lo més lamentable que cónec."

Esta es una de las perlas de "La llimonà no es de vaes", un webblog escrito por un chaval de Sollana, autobautizado como el "sollanero solitario". Es un diario desde Shangay, dónde estuvo estudiando durante el último año. Lo grande es que es un webblog hecho para sus amigos, sin ningún tipo de ambición -lo contrario que este- y no está pensado para el gran público, pero lo he descubierto gracias a D'angresola y su gente de la Cretina Comèdia.

Hay post tremebundos, como cuando ya se la puede cascar viendo porno gracias a que ya tiene internet en su cuarto y de paso raja a placer de todos sus compañeros de clase, o cuando enseña a insultar en chino mandarín (Llonganissa dolça en best brand liquor).

Forever sollanero.

Asalto al Starbucks de la calle San Vicente



Lo teníamos claro. Aquel antro para listos, niñas bien y guiris despistados tenía que ser exterminado. Además entre sus paredes acristaladas no dejaban fumar. Razones suficientes para hacer justicia sin poética.

Bajamos de la furgoneta y, vestidos de negro como los valientes y a cara descubierta -por supuesto queríamos que nos reconocieran luego por el telediario- entramos en aquella cuadra para pijos. Cada uno del comando llevaba un cigarillo encendido entre los labios y armas como para acojonar a la familia Manson.

La gente, al vernos entrar, dejó de sorber sus cafés de seis euros y nos miró con un brillo de pánico en los ojos. Dejamos salir a un par de niños que pululaban por allí -matar a un infante, además de un acto miserable, no sirve de nada- y cerramos la puerta por dentro.

Primero separamos a todas las pijas con collar de perlas, colgantes de Tous y mechas. Las pusimos en fila sobre el suelo. Alguna lloraba y nos pedía clemencia; incluso nos ofrecía dinero mientras se le corría el rímel por las lágrimas. Pero no, aquello no lo hacíamos por la pasta. Lo hacíamos por el bien de todos los demás. Incluso por el tuyo.

Y feliz, mientras el olor a pólvora tomaba el aire y veía correr la sangre por las moquetas, percibí como la revolución acababa de comenzar. Luego vendrían las sucursales de bancaja y, finalmente, el ayuntamiento.

Arte monegasco: viva el cine y las mujeres que fuman

Mick y los chicos

Cuando la mayoría de los grupos actuales no sirven ni para practicar el tiro al plato con sus cds, esto es eterno como el sabor del arroz a la cubana o la primera vez que le bajaste las bragas a aquella chica que te gustaba de verdad. Ellos fueron, son y serán inmortales por siempre jamás. Tú y yo no.

V de Vicentes


Los Vicentes flipándola con la restauración del techo de la catedral de Valencia.

Alejados de todos los modernos que tiene grupos que cantan en inglés y van de guays, ellos cantan en castellano y no van de, son guays.

Los Vicentes, cuya máxima es "más de tres acordes es jazz", está formado en un obvio y molón guiño a Los Ramones por cuatro cafres experimentados y maravillosos: Ferocce Vicente (guitarra), José Cuesta Vicente (bajo), Txoni Vicente (batería) y Roberto El Gato Vicente (voz), cuatro rockeros de verdad con olor a garito mal ventilado, por algo uno de sus hits se llama "Aquí se fuma".


Mare Deueta salve el R'N'R

Su primer disco, de definitivo título "Molar o Morir", acaba de salir y suena más verdad que la muerte de Joey Ramone. Temazos como "Quiero ser dependienta de la Calle Colón", "Mi novia es de la CIA" o el que ya es uno de mis clásicos personales "V de Vicentes" forman parte de su reperterio.

Podéis escucharlos en su myspace. Larga vida a Los Vicentes.


Los Vicentes adorando el brazo incorrupto de su mentor San Vicente Mártir.

CINCO FINALES ACOJONANTES DE LA HISTORIA DEL CINE

Este título para esta entrada no es mío, es una petición/obligación propuesta por Javi (El veredicto de las flores) a varios bloggeros, algunos nos conocemos, otros no.

Martín me rebota la propuesta y allá va mi aportación, todo sea por El Pulgas:

SEVEN


2001, Space Odyssey


El apartamento


Pulp Fiction


Bonnie and Clyde
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