Sobredosis de bytes

En aquellos primeros años ochenta, el Sinclair Spectrum Zx era el rey y nadie -ni el Commodore o el Amstrad- tenía tantos fans como el pequeño ordenador negro creado por el Señor Sinclair, ese abuelete con pinta de Lord inglés.



En 1983, cuando yo tenía siete años, Matthew Smith tenía 15. Era gordo, con problemas de comunicación y adicto a la bollería industrial y a los incipientes videojuegos. En seis semanas, él solo y por iniciativa propia creó el juego que revolucionaría el mercado de los videojuegos, el primer Blockbuster de la historia, el "Manic Miner".



El éxito llamó a las puertas del joven y orondo Matthew, y las ventas millonarias obligaron a programar una segunda parte -otro blockbuster- de nombre juguetón "Jet Set Willy", en realidad, más pantallas como el primero, pero suficiente como para convertir al joven programador en leyenda.

Luego empezaron los problemas psiquiátricos y su abandono definitivo del mundo de los videojuegos; vivió años en una comuna en Dimarca, se montó un coffe-shop en Amsterdam, y ahora programa su vuelta al terreno del byte para centrarse -de una vez por todas- en desarrollar nuevos contenidos para teléfonos móviles.

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